04 marzo, 2011

Correo empresarial.

Si esperabas que fuera el sosiego el que llenara nuestras vidas, tal vez mirabas un poco fuera de nuestro foco… Tal vez son esas vicisitudes las que nos hacen ser tan exacta e idénticamente diferentes uno del otro: simétricamente, casi… Jugando en planos cartesianos o en curvas normales, mirando las cosas que han pasado con una inusitada alegría, porque hoy podemos estar más juntos que nunca.
Tal vez en el camino cambiamos los lentes que teníamos puestos y empezamos a creernos esto de vivir juntos para siempre, aunque hayan días en que seamos tan distantes, tan erráticos y conflictivos. Aunque a veces parezca que queremos desaparecernos de al vida del otro y disfrutar del silencio, de la calma apaciguada de la noche, de la oscuridad y la nada. Pero encontramos la manera de disfrutar de esas cosas lindas que tiene la soledad uno al lado del otro, conviviendo y creciendo, haciéndonos más fuertes y más sensibles… más y menos personas, porque somos más personas para nosotros mismos, mientras que crece nuestro cariño, nuestra compenetración.
Estoy mirando el teclado, como queriendo descifrar los pensamientos, los comportamientos, las cosas que han sido y las que serán. Y me quedo feliz, tranquilo e intranquilo sabiendo que nuestra vida siempre será esa montaña rusa de ir y venir, pero siempre con la firme convicción y seguridad de que llegaremos a nuestro destino.
Ha habido momentos oscuros, ¿no? Momentos en los que no la vimos, aunque quisimos verla… Y es complicado hablar de cosas que no son más, pero para bien, porque ahora el respeto que sentimos el uno por el otro habla cabalmente de todo aquello que hemos aprendido, de todo aquello que hemos aprendido a querer al otro.
Eres mi todo. Mi verdad. Mi forma de entender las cosas que no entiendo (y las que entiendo también). Mi rayito de sol en los días de invierno. Mi vientecito helado en los de verano. Mi nube cuando el sol quema. Mi luna esos días sin estrellas. Mi chalina en los días de viento. Mi capucha naranja con poderes mágicos. Mis errores y mis aciertos (como mis virtudes y defectos). Y sin querer queriendo, la persona que me hace sonreír cual si fuera un niño sin preocupaciones. Eres mis preocupaciones y mis calmas. Mis piernas pequeñas de futbolista frustrado y mis manos torpes de malabarista sin futuro. Mis pies de mono, mi cabeza de frente pronunciándose. Mis uñas mal cortadas (ambos sabemos porqué). Mis dolores de espalda y de cabeza, pero con tibio alivio perenne y pasajero (aunque usted no lo crea). Mi forma de reírme de cada cosa, y de renegar de todas las cosas que me hacen reñir como un tarado. Mi espejo del alma (y mi espejo de Gauss, también). Mi senderito del alma (como dijera Lisandro Meza). Mi Fly me to the moon (en la voz de Sinatra) y mi As Time goes by. Mi Pretend y mi unforgettable (aunque nos la hayan robado Tere y Manongo).
Eres mi sombra… la que va conmigo a todas partes aunque no me de cuenta del todo, porque donde estoy estás. Y sin quererlo, tal vez, has ido haciéndote una parte tan grande e importante de mi vida que hoy no imagino un día sin saber de ti, sin saber que me llamas, que me piensas… Creo que ese día (el que no pienses en mi) podría morir tranquilamente, sin rencores ni temores. Podría simplemente desaparecer de todo el mundo.
Pero gracias al cielo y a la vida que no es así! Gracias al cielo y al mundo porque puedo cerrar los ojos y seguir viéndote, y puedes cerrar los ojos y seguir sintiéndome. Gracias al cielo y a la vida porque puedo irme a dormir y pensar tan rico en ti… mirarte dormir con o sin ropa a mi lado. Cuando no estás te miro también, aunque un poco menos definida, tal vez por eso de no estar.
Y te extraño horrores, HORRORES, esos días en que no podemos vernos, tal vez por eso es que también me muero de ganas porque vivamos juntos y seamos una unidad empresarial-familiar-amorosa, con nada de empresarial (excepto porque suena bonito).
Te amo.
Eres mi todo.

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