18 junio, 2015

Santiago

Las mañanas las marca tu sonrisa. Esa pícara inocencia con que despiertas, luego de sueños trémulos, de movimientos tranquilos y livianos. Mirarte en esa felicidad tan simple, en esa fácil alegría de sentir que unos brazos te elevan de lo horizontal, y que puedes pasar el tiempo acunado en el confortable calor de unas manos que te aman. Sigue el día sin verte, y aunque sé que mamá te cuida, me llena de angustia el preguntarme cosas que debo aprender: ¿Seré tan bueno como quiero serlo?... Pequeño, me gustaría tener una respuesta, pero supongo que lo veremos con el tiempo. ¿Qué quiero? Quiero vivir para siempre. Eso quiero. Quiero vivir para siempre, y que en cada momento sepas que puedes contar conmigo. Que sepas que al voltear, estaré para ti. Que en mi poca sabiduría, las palabras que encuentres en mi siempre serán de aliento y sosiego. Quiero vivir para siempre, para darte todo de mí, para que sepas que nada en el mundo puede detener este amor tan intenso, tan puro y real. Quiero vivir para siempre, para poder enseñarte a jugar. Para poder enseñarte lo divertido de ser irresponsable, poder curar tus rodillas cuando caigas, y levantarte cuando el golpe sea muy intenso. Algún día aprenderás a levantarte solo, hasta ese momento, mamá y yo seremos los resortes. Quiero vivir para siempre, para que aprendas a valerte por ti mismo, para demostrarte que el ser un hombre no implica seguir al resto, modificar tu mente para calzar, o acomodarte a lo que esperan de ti. Ser un hombre consistirá en ser tú mismo, en defender tu posición, en respetar la de otros. Ser hombre significará sacar lo mejor de ti y ponerlo a disposición de otros. Quiero vivir para siempre, para regalarte todo aquello que quieras. Inventar alguna forma de bajarte la luna (si la quisieras), de pintar toda una casa en media hora, de pasarnos el día entero tirados en el pasto, convencidos de que es la mejor forma de aprovechar el tiempo. Regalarte lo mejor que he tenido, la dedicación constante de perderme en tu felicidad. Quiero vivir para siempre, para compartirme con tu mamá, y enseñarte que una familia se construye cada día. Que equivocarse es parte de aprender, y que la comprensión de una buena mujer que quiera compartir tu vida, es parte fundamental del proceso. Quiero vivir para siempre, hijo, porque sé que en esta vida habrán muchas dificultades, y quiero estar ahí para que sepas que puedes confiar en la gente. Para mostrarte que la tristeza también tiene un aprendizaje, que el desconfiar nunca será gratificante. Quiero enseñarte que el mundo es bueno, y que lo malo que tenga se compensa de alguna manera. Quiero enseñarte, también. Darte las herramientas para que desarrolles tu pensamiento. Mostrarte las cosas que me sirvieron mientras me hacía hombre, y esperar que no cometas lo errores que cometí yo. Sin embargo, ten presente, que si los cometes estaré ahí, también. Y no tengas miedo a equivocarte. Como te dije, se trata de encontrar a aquella persona que cree que tus virtudes son más grandes que tus errores, y que te demuestre cada día que puedes ser mejor. No intentes hacer que te quiera. No tendrá objeto. Te querré por siempre, por todos los años que tenga en esta tierra. Te amaré y respetaré, y te enseñaré a amar y a respetar. Empezaremos en casa: tu madre, hijo, es la persona más valiosa que jamás encontrarás. Cuídala y atesórala, porque es la mujer que me hizo dar cuenta de lo bendecido que soy, la que te trajo a este mundo lleno de amor. Resalta tu propio valor sobre el de otros, no caigas en la falsa modestia de sentirte igual al resto, porque jamás lo serás. Eres lo suficientemente especial como para triunfar y ser un hombre de bien. Me gustaría contribuir contigo, me gustaría enseñarte todo lo que soy… y si te sirve algo, por pequeño que sea, consideraré cumplida mi misión. ¿De qué misión estoy hablando? No estoy del todo seguro. Solo se que quiero vivir para siempre, para ver si el cuidarte, amarte, protegerte y enseñarte compensan, de alguna manera, los errores que vaya a cometer mientras creces. No te mentiré, hijo. No soy perfecto, y es mejor que lo sepas desde ahora. Pero te cuento un secreto que compartiremos tú, yo y mamá: no se trata de ser perfecto, se trata de querer aprender más y más. Te amo, pequeño. Te amo como nunca pensé amar. Te amo como si en el mundo no fuera permitido querer más. Como si todas las lunas de aumento del mundo solo pudieran magnificar algo tan infinito, tan indefinible, tan difuso y poco entendible… Te amo tanto a ti y a mamá, que quiero vivir para siempre, solo para poder verlos cada mañana, cada tarde, cada noche… cada madrugada en silencio… Pero vamos paso a paso, por ahora me quedo con esa sonrisa pícara de cada mañana, esa que nos enamora a mí y a mamá.