20 enero, 2009

A quien pueda entenderlo...

Intensidad de sentimientos, o momentos que se repiten constantemente en la memoria… Se aplaca la ira de la soledad, las sonrisas que escapan de lo que emana de nuestros cuerpos… sudando de frío, tiritando de calor, crepitando de segundos que tendrán que volver… resuena en la noche de magia una voz que se apaga en unas manos apacibles… Silencio que convierte todo momento en un abrazo infinito, en un amor tan grande que destruye la calma… El constante extrañar aun estando ahí, doliendo, dolerse y sentirse… ser ambiguo y moral, amoral y constante, centrado y difuso al mismo tiempo que se escapa del tiempo y se ama sin tiempo… Soledad que no invade, pero que acompaña y deja pensar y repensar las cosas, los sometimientos y las pasiones que se le ocultan al sino lúdico… Escapando, como siempre, de lo que se concibe, o preconcibe, o pensando que la solución viene de disforzar constantes constancias, o momentos que terminan al cerrar los ojos y duran para siempre…

Quien sabe, pues de que se trata el amar, o el sentir que el alma se va, se eleva y te vuelves uno con otro… Uno solo que mira y siente y existe, y no existe, porque solo quienes están, estando sin estar, terminan de comprender de que se trata el universo cuando solo hay una suma unidireccional y anacrónica; uno mas uno sigue siendo uno… Sin tiempo, sin fronteras, sin palabras ni eternidades, solo lo constante de los conceptos que perduran y tienen que quedar trascendiendo el espacio-materia-antimateria… Quedándose en el perfecto silencio, en la perfecta paz de darlo todo en un abrazo y luego, simplemente, volver a empezar…

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