20 febrero, 2009

Dias elefantosos.

Días de pensamientos y sentimientos elefantosos… como esperando, mirando y limitándome a sentir. Caminar desidioso, sin importar el polvo, el barro. Sin importar la soledad, el clima o lo que fuere; Días comunes que pasan sin avisar, sin prevenir de su desidia… Días, solo días en que despiertan las cuatro pesadas patas y la mirada melancólica. Escurren recuerdos por el viento que resopla el cabello; cementerio de memorias y de muertos en vida, días que siguen mirándose. Sentimiento de balanceo generalizado: como caminando pesadamente entre la jungla y el desierto.
Asalta la memoria en un abismo; el negro profundo de la noche invita a conversar con las estrellas, con su ausencia… Días de elefante que pasan lento y pesado, como mi andar constante. Intentando no pensar y reducir las explicaciones a un constante sosiego, y la calma venidera de un abrazo de verano. Otra soledad que mira y que regala memorias entre lo que viene y se va… Se siente la lluvia, como el llamado del cielo que revela su furia. Tormenta eléctrica que perturba la calma y alimenta el corazón…
Susurra la noche alguna canción de viento, algún acorde perdido entre la voz del silencio… Los grillos invitan a pensar…
Las ramas de los árboles juguetean con lo inmóvil y la luz del sol, garabateando dibujos en el suelo marrón. Gris mirada de ayer y de siempre; días, como dicen, elefantosos.
El gemido de la nada irrita las sienes y detiene el impulso de caminar. Refrena, entonces, ese ánimo de continuar y seguir continuando. Tiempo mejor, de nadas y de espacios azules que se confunden con su propio tiempo, regalando al que mira un simpático espectáculo de colores y realidades que atisban una verdad. Bocetos de fuentes de agua y de claridades ajenas a la luz, de reducidas madrigueras calurosas y miradas intensas de eterno retorno. Comportamiento atípico.
Paso a paso… lento, muy lento. Días de elefantes y junglas en medio de lo cotidiano y lo normal.
Cierro los ojos y siento mi propio respirar con los ojos cerrados. Cómo todo lo dibujado hasta aquí carece de forma y de manera de entenderse. Se dibuja una sonrisa ante un recuerdo, y cae una gota de lluvia desde el infinito añil (alimento para el alma, lo mismo que el recordar). Resuena “pájaro lindo”, una canción inolvidable se cuela en los pensamientos y un silbido recuerda el trinar de las aves al amanecer.
Fundas de almohadas y cabeceo; ramas y hojas verdes que se unen a su propio fondo y comparten la existencia de todo aquello que no son.
En algún lugar alguien escucha a Peterson y su stormy weather y recuerda que son días elefantosos para sentir, soñar y reflexionar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y los dias magicamente felices?

Kratos dijo...

=D

Anónimo dijo...

Este poema tiene el lado gris del existencialismo... ¿Qué pasó con el lado luminoso? ¿Cuándo viene?
G Man.